Un zumbido entre el tumulto;
un dulce estallido;
un renacer, un descender;
un mirarse las caras de placer y cansancio
(en algunos casos, de aburrimiento y amargura);
un comentario en disfonía;
y la ironía de una sonrisa de placer en el caos.
Un asfalto techado y una bebida;
una sutil mirada en contramano;
un retorno al descanso y la revelación del flagelo desinteresado.
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